lunes, 29 de junio de 2015

José Dimas Leiva, el decir de un criollo de ley

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EL DIARIO DE LA REPUBLICA 

PROVINCIA | 29-06-2015 | 16:40 | 1
José Dimas Leiva, el decir de un criollo de ley
Nació en 1937 y murió 61 años después. Fue actor de radioteatros donde hacía el papel de malo o traicionero. La gente lo paraba en las calles para pedirle "que no le pegara más a su madre" o "que no traicionara al amigo". 
Por Johnny Díaz



"El mejor". En 1992 recibe un galardón que lo confirmó como el mejor recitador de Cuyo y del centro del país. En Uruguay logró una medalla de oro.

Dicen que era un buen tipo, un gran profesional, un muy buen recitador y un gran actor. Todo eso dicen de José Dimas Leiva, tal vez una de las más grandes figuras de ese género musical y teatral de la década del ‘60 fallecido cuando tenía 61 años.
Aun resuenan en algunos viejos casetes;  ¡¡¡Parate… Sotreta! ¡¡¡Masita… te voy a dar!!! ¡¡¡Catringa…catranga… todo el mundo panza arriba!!!, o ¡¡¡Te voy a pasar… la escobita!!! Frases de los radioteatros que se escuchaban por LV13, radio Granaderos Puntanos o también los recitados; “Un par de Botas”, “Amaneciendo”, "Cuatrero" o “Mal Cristiano” que se aplaudían en las peñas o en los festivales folclóricos. Todo esto y mucho más era “El decidor de nuestras cosas” José Dimas Leiva.
 “El Gordo Leiva” o “Pulky” para sus íntimos, nació a la consideración del público después de destacadas actuaciones en los radioteatros que se escuchaban por LV13 junto a Orlando de Luca, Julio Luis Morando (Julio Luis Gatto) o Héctor Meñica Smith y un gran elenco.
 Hijo de María Lidia Coria y de José Segundo Leiva, estudió dibujo técnico y cuando obtuvo su título fue docente en las escuelas Fray Luis Beltrán, Esteban Pedernera y en la Técnica Eva Perón.
 Como recitador, fue una de las figuras más importantes  del decir de las cosas gauchas de la radiofonía sanluiseña, dejando un legado difícil de comparar.
Se lo podía escuchar acompañado de Omar Sosa Torrontegui, Aníbal Balmaceda, Víctor Velázquez y en los últimos 30 años de su fiel amigo Tony Rodríguez, otra figura del folclore sanluiseño pero que no dudaba en darle pie al popular recitador y dejar que la magia del relato, acompañado de sus acordes musicales, nos transportaran a remotas épocas y nos revolcaran en la historia misma del acervo cultural criollo.


Docente. Con los alumnos de quinto año de una escuela de dibujo técnico de San Luis.

Fue un apasionado del género folclórico que eligió y proyectó a nivel nacional. Entre sus elegidos estaban los escritores Carlos Portela, “ Yamandú” Rodríguez, Claudio Martínez Paiva y Mauricio Pineda de quienes utilizó con muy buen criterio, los mejores poemas que recitaba.
En su vida como actor, siempre desempeñó el papel de malo, su voz grave, potente y dueño de una carcajada inigualable, se lo permitía, y era el malvado, el que traicionaba al amigo, el golpeador.
La magia de la radio generaba tanta imaginación en esos radioteatros cuyos libretos parecían primarios, pero que la gente consumía y escuchaba. Leiva inmortalizó frases como las mencionadas anteriormente, dichos que le permitían llegar al radioescucha con tremenda facilidad y que muchas veces no estaban en el libreto.
Dicen que en las calles era increpado por enojados vecinos para reclamarse por “haberle pegado a la madre o traicionado al amigo”. Hasta su madre -doña Lidia-  sufría cuando hacía los personajes de malo, traidor o malevo porque le hacía mal escucharlo en esos papeles, “porque mi hijo no es así” se la escuchaba decir.
En 1962, contrajo matrimonio con Blanca Rosa Jofré con quien tuvo dos hijos, José Alberto y Marcelo Fabián. Como recitador, Leiva compartió escenarios con la elite  del folclore nacional de  esos años. Siempre fue respetado y querido, algo que él valoraba mucho. "Prefiero el silencio antes que el aplauso" se lo escuchaba decir.
Lejos en el tiempo, había quedado su personaje de "Juan Chorrillo" que hacía en Canal Dos, un circuito de televisión cerrada de San Luis. Años después, en Uruguay lograba el premio como "El Mejor Recitador del Río de La Plata".
Uno de los músicos que lo acompañó hasta el final, fue Juan Antonio Rodríguez, “Tony” para el ambiente artístico, “Chiquito” para los futboleros, el arquero cantor era un destacado cuidapalos del club Atlético Lafinur empleado de la Sanitaria Federal que en sus tiempos libres tocaba la guitarra y cantaba.
“Tony” está en su casa del barrio 140 Viviendas, y recuerda al amigo fallecido y no quiere olvidarse de la mejor época de su vida artística. Cuenta que como músico se presentó en LV13 en un concurso musical y donde se elegía la reina de San Luis, lo conducía Rubens Lavandeira que al verlo le preguntó su nombre y automáticamente le dijo "a partir de ahora sos Tony Rodríguez" y así quedó. "Mi amistad con José Dimas Leiva comenzó en ese momento, lo admiraba, sabía todos sus poemas, hubo una comunión increíble como si nos conociéramos de siempre, estuve a su lado 30 años, de 1968 a 1998”, dice el músico y ex arquero de fútbol.
“Leiva era muy buen amigo, sin maldad, buen compañero y gran profesional, eso nos llevó a actuar en peñas, cines, teatros y festivales provinciales y regionales. Representamos a la San Luis en varias oportunidades integrando el elenco oficial de la provincia que dirigía la profesora Velia Vílchez”.
“En 1968, fuimos a Cosquín, nos presentamos en el rubro ‘recitadores’ –había seis o siete de todo el país- pero en la última noche José tuvo una actuación descollante, pero la comisión evaluadora declaró el primer puesto desierto, nos quejamos por entender que era una injusticia, -Leiva había sido el mejor- pero nos dijeron que era por su gesticulación y sus pausas, que el recitado no colmaba las expectativas de ese organismo. “El Gordo” se recalentó, tenía razón había sido una injusticia, pero no hubo nada que hacer”.


Actor. Haciendo el papel de "malo" en una obra teatral en San Luis. un rol que le caía de maravillas.

"José Dimas Leiva no solo recitaba, actuaba, le ponía pasión a sus dichos y se posesionaba tanto en su papel que muchas veces se lo vio lagrimear, mostraba sus dotes de actor, le ponía todo".
Dicen que en las peñas, pedía que los mozos, hicieran su trabajo antes de su actuación y subía después de que el público hubiera cenado. Al encenderse las luces el comenzaba su show”, así era Leiva, lograba el respeto que todo artista merece. Era de poco ensayar, tenía su repertorio y en la radio se explayaba un poco más, era distinto.
Tony dice: “Le gustaban las milanesas antes que un buen asado. Una vez en una peña en Cruz de Piedra, había un parroquiano muy ‘tomado’ dormitando sobre la mesa, Leiva recitaba ‘Un par de Botas’ y cuando la letra dice, ‘cuánto son las botas, se las paga y que se olvide el caso’, el borracho pareció despertar y en medio del silencio gritó ‘y que se las pierda en el ....’, la jarana que se armó, no se podía creer”.
Rodríguez señala que en 1979, los contrataron para que actuaran en un teatro de La Pampa, se festejaba un aniversario más de su fundación; (22 de abril de 1892), pleno proceso militar. "Subimos y José comenzó su trabajo, dejó para el final un tema polémico y muy resistido para la época, “Cuatrero” donde habla de un muchacho que a su padre le robó una vaca, para ayudar a una escuela donde los niños iban casi descalzos, vestidos con lo poco que tenían y a los docentes le debían 20 meses de sueldos".
"Al terminar el público lo aplaudió como nunca, no podíamos bajar del escenario. Cuando lo logramos, se nos acercaron dos personas de traje y pelo corto, muy serios y nos invitaron a acompañarlos ‘porque el señor gobernador los quería ver’, nos quedamos helados".
"Cuando estuvimos frente a frente, nos dijo; ‘Vengo acompañado de mi señora y quiero felicitarlos por su trabajo... pero una cosa señor Leiva, en La Pampa, todos los docentes cobran sus sueldo en tiempo y forma’. El hombre no quería quedar pegado con el decir criollo.
En otra oportunidad, en el festival de la Doma y Folclore de Pehuajó, actuamos junto a José Larralde, Horacio Guaraní, Los Cantores del Alba y muchos más. Leiva se llevó los aplausos en una noche magistral. Del costado del escenario, un viejito le acercó de regalo, una pequeña fusta, y le dijo: ‘Era para mi nieto que ya no está. Usted me ha hecho recordar a mi ser más querido que hoy hubiera estado conmigo”.
José Dimas Leiva amante de los dulces, las buenas pilchas y los autos, tuvo muchos éxitos en su carrera en un rubro difícil y poco difundido. Pero la magia de su voz, sus gestos y su actuación arriba del escenario, como si hiciera un unipersonal, lo colmaron de gloria.
Uno de los temas que más éxitos le dio, fue sin dudas “Un par de botas” de Carlos Portela, en el que Leiva transcribe con voz, gestos y música, la miserable vida de un detenido que robó por necesidad y un comisario desbordado por la situación.
  “Sentado en su despacho, el comisario hojeando expedientes, cuando el cabo se presentó trayendo al detenido…”. “Un mozo de treinta años a lo sumo, vestía bombacha gris y corralera, que a juzgar por lo viejas, estaban dando pruebas de la miseria 'e su dueño...”. “Sin levantar la vista 'e los papeles, prestó oídos a la palabra “El cabo: ­­—Me lo entregó el sargento, asigún dicen, este paisano vago le robó unas botas al bolichero Vivas, comisario…”
 Dice en unos de sus párrafos el escrito que llevó a la consideración del público “El Gordo” Leiva y que plasmó en los festivales y las radios del momento convirtiéndolo en uno de sus éxitos.
En 1986, grabó su primer casete, "Dicen sus cosas", en 1995, "Un par de botas". Dos años después, "Entre Hombres" y quedó para la eternidad un trabajo que estaba haciendo con Hipólito Saá. José Dimas Leiva, se había ido para no volver jamás.

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