A modo de homenaje al cantor y compositor Mario “Bebe” Flores, fallecido en 2007, reproducimos aquí la última entrevista que le hiciera El Nuevo Diario y que fue publicada el 10 de junio de 2005. En ella, el “Bebe” cuenta su vida y las anécdotas de cincuenta años en los escenarios de todo el país.
La primera vez que Mario Bebe Flores se subió a un caballo todavía no sabía caminar.
Fue en su casa en La Rinconada Pocito.
Mario Bebe Flores está considerado como uno de los mejores compositores nacidos en nuestras tierras. En esta nota el autor de Cuyana cosechadora, habla de la realidad actual de la música cuyana, de su infancia en La Rinconada, la adolescencia en la que escubrió la guitarra y su juventud como estudiante de medicina y soldado de la Marina. Tampoco olvida a los grandes que lo acompañaron a lo largo de sus cincuenta años de carrera.
Recuerda que la primera letra y música que compuso fue una zamba llamada Andando. Tenía 15 años pero recién ahora, 53 años después, está preparándola para grabarla.
Mario Bebe Flores nació en la casona familiar en La Rinconada, Pocito.
En la adolescencia lo atrapó la música gracias a su primer profesor, Guillermo Quiroga, un viejito jubilado del correo. Y después de su puño nacieron letras que se convirtieron en himnos de todo un pueblo. Entre ellas, la más conocida es Cuyana Cosechadora, aunque de la lista de más de 100 canciones escritas por el Bebe no hay que dejar de mencionar, Consejitos, Al pie del Tontal, La Ausencia de tus ojazos, Pocito mi pueblo y Volveré con un cantar, entre muchas otras
El Bebe Flores con el primer conjunto estable que formó. Estaba junto a Pelufo Barboza y Carlos Gómez.
—¿Pensó alguna en vez en dedicarse a la música cuando recorría a caballo los cerros de La Rinconada?
—Dedicarse a la música no es algo que uno se propone. Lo que pasa es que nosotros vivimos en otros tiempos. Tuvimos una juventud muy sana, de una gran bohemia musical. Incluso cuando terminé el secundario me fui a Córdoba a estudiar medicina como mi papá.
—¿Y qué pasó?
—La farra pudo más. Pobre mi padre, lo volví loco. Pero por suerte después me tocó el Servicio Militar Obligatorio y en esa época no se podía pedir prórroga, y cuando salí me volvía San Juan a cantar.
—¿Quiénes fueron sus primeros compañeros de canto?
— Yo era de esos que se subía al escenario y cantaba. Pero durante un tiempo canté con Los Cumbreños, en los que estaba el Bebe Becerra, Pancho Delgado, Raúl Bustos y el doctor Benicio Bustos. Después llegó el tiempo del Pelufo Barboza. A él yo le enseñé a tocar la guitarra.
— No me diga...
— Así es, recuerdo que tocábamos con Carlos Gómez, que era una excelente segunda guitarra. Pero mucho más profesional que nosotros. Con él estuvimos mucho tiempo pero el conjunto se disolvió después de una macana que nos mandamos con el Pelufo. Teníamos que actuar y la noche anterior nos quedamos cantando en una inauguración. Yo amanecí afónico y Carlos nunca más volvió a subir a un escenario con nosotros.
— ¿Y a Navarrete como lo conoció?
—Porque el Pelufo toda la vida me engañó. Tocaba conmigo y con otros más. Un día Mínguez le escribió desde Buenos Aires y se fue a tocar allá y yo me quedé sin compañero.
—Y tuvo que salir a buscar ...
—En realidad fue una casualidad que Navarrete y yo tocáramos juntos. Recuerdo que estábamos en la despedida de soltero de Pinono Oro y El Bebe Flores en el programa La Ventana.subimos juntos al escenario para cantar un par de canciones. Nos gustó como sonábamos juntos y decidimos formar el dúo que después duró cuarenta años.
— Hablemos de su cueca más famosa, Cuyana Cosechadora. ¿Usted se imaginó lo que pasaría con esa cueca?
—Para nada. Yo soy un gran admirador de Oscar Valles porque él se proponía hacer un tema, se sentaba y le salía bien. En cambio yo siempre necesité una inspiración. Y con Cuyana Cosechadora me tranqué en una parte de la letra y no sabía como seguir porque a mí nunca me gustó eso de andar repitiendo. Entonces se la mostré a Pepe Lloveras, que me dijo que era muy bonita y que Los Manantiales la iban a grabar. Y me sugirió que le pusiera algo de Media Agua porque no lo iban a ubicar como un pueblo sino que fuera como algo poético. Y recién ahí la pude completar.
— ¿Cuándo la cantó por primera vez?
—En el aeroclub, pero no me pregunte en qué año porque para mí fue ayer. Nunca me imaginé el éxito que después tuvo. Lo que sí recuerdo es que la gente me pedía que la cantara una y otra vez hasta que Los Chalchaleros, que la habían escuchado de boca de Los Manantiales, me la pidieron para cantarla. Esa fue una experiencia muy linda. Recuerdo que me la mandaron a pedir escrita de puño y letra mía, bien legible, para evitar todo tipo de confusión.
— Lo cambio de tema, ¿Qué opina de la actualidad de nuestro folklore?
— El gran problema que se está viviendo es que hay muchos celos y falsedad. Es un todos contra todos que le hace muy mal a nuestro folklore. Esto antes no existía, andábamos juntos y pasábamos horas conversando. Ahora se muestran los dientes y se dan puñaladas por la espalda.
El Bebe Flores en el programa La Ventana.
Historia de familia
Mario Bebe Flores nació el 16 de diciembre de 1937 en La Rinconada, Pocito, en la misma casona que en 1715 levantara su tatarabuelo, Walter Yenson. Yenson, apellido que después se deformó a Yanzón, era un ingeniero inglés que vino a San Juan a estudiar los pasos de la Cordillera de los Andes. Traicionando a su país, que lo había contratado con el propósito de que encontrara una buena vía para la invasión, Walter se casó con una sanjuanina y nunca más volvió a su tierra natal. Los padres de Bebe fueron el doctor Ramón Lázaro Flores Yanzón y Estela Sosa Gutiérrez, que era oriunda de Villa Mercedes.
Bebe se casó con Estela y vivió en el Barrio Aramburu, aunque todos los fines de semana se daba una vuelta por Villa Aberastain, donde está la casa que su padre construyó hace sesenta años.
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